A tres generaciones de distancia, los actuales jóvenes rurales y rural urbanos chilenos han hecho enormes avances en años de educación cursados en relación a sus padres y abuelos. Sin embargo, al enfrentarse al mercado laboral rural se encuentran con una amplia oferta de empleo, pero en su gran mayoría se trata de trabajos de baja calificación, basados sólo en la disponibilidad física del trabajador, mal pagados y muy por debajo de la preparación técnica y las expectativas de estos jóvenes.
Durante el año 2017 se dio a conocer el libro Los nietos de la Reforme Agraria: empleo, realidad y sueños de la juventud rural en Chile “Los Nietos de la Reforma Agraria: Empleo, realidad y sueños de la juventud rural en Chile”, estudio que indaga sobre la inserción y experiencia laboral de los jóvenes rurales en el Chile de la segunda década del siglo XXI. Se trata de jóvenes – hombres y mujeres- que actualmente tienen entre 15 y 29 años, que han nacido y se están desarrollando en un entorno económico, social, cultural e incluso demográfico radicalmente distinto del de sus abuelos, y que hoy observamos cómo algunos organismos estatales se empeñan en re encantarlos con el campo.
Según este estudio, el 90% de los jóvenes rurales y rur-urbanos en Chile son asalariados y solo 8 a 9% son categorizados como “cuenta propia”, sin grandes diferencias con sus pares urbanos, De los jóvenes que se dedican a la agricultura, solo un 11% lo hace en esta categoría de cuenta propia, lo que equivale aproximadamente a 24 mil jóvenes. En términos de género, existe una brecha importante de participación en la fuerza laboral. Mientras los hombres alcanzan tasas de un 47%, las mujeres sólo lo hacen en un 29%, pero esas estadísticas suelen subestimar el trabajo femenino, al considerar las tareas reproductivas en el hogar como “inactividad”.
Actualmente, en la actividad agrícola ha disminuido considerablemente la oferta de trabajos temporales y estos jóvenes se perciben mucho más capacitados que las generaciones anteriores, lo que ha generado un razonable aumento de expectativas respecto del trabajo, tanto desde el punto de vista de desarrollo profesional como de las remuneraciones. Estas expectativas se ven frustradas ante una oferta que no posibilita una movilización ascendente y una trayectoria fragmentada y sentida como transitoria, hasta que aparezca una oferta mejor.
Dada la importancia que tiene la retención de esos jóvenes en sus localidades y producciones familiares, y su efecto en la revitalización de las áreas rurales, el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) -servicio dependiente del Ministerio de Agricultura- que tiene por objeto promover el desarrollo económico, social y tecnológico de los pequeños productores agrícolas y campesinos, ha puesto en marcha las “ mesas jóvenes rurales” en 11 regiones del país.
La Mesa Joven Rural es una instancia de participación y diálogo de los jóvenes que trabajan junto a INDAP, que nació el año pasado y que tiene como principal objetivo promover la permanencia de los jóvenes rurales en la agricultura familiar campesina. Según cifras de este organismo, sólo el 6% de los usuarios que trabaja con la institución tiene menos de 35 años y cerca del 60% supera los 55 años, por lo que es fundamental apoyar el recambio generacional del campo.
Escríbenos | Trabaja con Nosotros