La pregunta hecha a los científicos del planeta era simple pero trascendente: ¿Cuáles son las principales preocupaciones de la humanidad?

De acuerdo con los científicos, los cuatro principales desafíos a nivel global, es decir, como preocupación planetaria más allá de las consideraciones nacionales, son, en orden decreciente, el cambio climático, la alimentación, la biodiversidad, y el acceso a agua.

Cuando las respuestas se desagregan entre científicos de países industrializados y de países en vías de desarrollo, su opinión sobre las prioridades globales son sorprendentemente coincidentes. Ambos grupos están de acuerdo en señalar el cambio climático y la alimentación como los dos mayores desafíos que debe enfrentar la humanidad. Los científicos de los países en desarrollo agregan, como tercera y cuarta prioridades, la seguridad del acceso a agua fresca y la conservación de la biodiversidad.

En síntesis, para quienes ven el futuro desde la perspectiva de la ciencia y la tecnología, el cambio climático, la alimentación, la conservación de la biodiversidad y el acceso a agua son los principales desafíos del planeta.

El medio rural es un escenario principal en el cual se resolverán, o no, cada uno de estos grandes temas. La agricultura y la ganadería aportan el 15% de las emisiones mundiales de CO2, metano, óxido nítrico y de otros gases invernadero y, si agregamos la deforestación que resulta directamente de la expansión de la frontera agrícola, la cifra aumenta a entre el 26% y el 35% de la emisión mundial; el 85% de estas emisiones ocurren en países en desarrollo. En el caso de la alimentación, la conservación de la biodiversidad y el acceso a agua fresca, ni siquiera es necesario argumentar la importancia del medio rural.

¿Están las sociedades rurales de América Latina a la altura de estos desafíos? Probablemente no. La mayoría de los territorios rurales latinoamericanos están atados de manos por la pobreza, la desigualdad, la marginación de los procesos de inversión en ciencia y tecnología, por su escaso desarrollo económico y por la degradación de sus recursos naturales y sus ecosistemas. Sobre todo, nos afecta la visión política de quienes creen que la mejor solución de mediano y largo plazo al rezago rural, son la migración, la urbanización y la industrialización (incluyendo la de la agricultura).

Pero si resultase que los líderes de la ciencia y la tecnología tienen razón en su diagnóstico, entonces deberemos concluir que las sociedades rurales pasan a ser esenciales para el futuro de la humanidad, porque, me pregunto, ¿si no son ellas, quien más puede enfrentar estos desafíos planetarios? Sin sociedades rurales dinámicas, vibrantes, con justicia social, crecimiento económico y respeto por el medio ambiente, el planeta tendrá menos opciones para mitigar el cambio climático, asegurar la alimentación y el acceso al agua, y conservar la biodiversidad. El mundo rural, en esta perspectiva, no es marginal, y no invertir en su desarrollo es una ceguera estratégica que puede tener graves consecuencias para todos.

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Crédito fotografía: Pedro Quiel, RDS-Honduras

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