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El número de personas que pasan hambre se dispara durante la pandemia del COVID-19 en Guatemala y México

01/08/2021

  • Cerca de 12% de la población mundial se vio afectada por inseguridad alimentaria grave durante el 2020.
  • La pandemia repercutió en la prevalencia de múltiples formas de malnutrición y sus efectos persistirán después del 2020.
  • En comparación con 2019, en América Latina y el Caribe padecieron de hambre alrededor de 14 millones más en 2020.

Entre 720 y 811 millones de personas en el mundo sufrieron hambre en 2020, alrededor de 161 millones más que el año anterior, de acuerdo con el último Informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y Hambre del Mundo.

La publicación es obra conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

En este informe se presenta la primera evaluación mundial de la inseguridad alimentaria y la malnutrición para 2020 y se ofrecen un análisis de las cuatro ediciones anteriores que han generado conocimientos empíricos sobre los principales factores determinantes de los cambios recientes en la seguridad alimentaria y la nutrición.

Reconoce entre los principales factores y circunstancias subyacentes que ponen en peligro la seguridad alimentaria y la nutrición del mundo a:

  • Los conflictos: El aumento del número y complejidad de los conflictos en los últimos 10 años han socavado los avances en el ámbito de la seguridad alimentaria y la nutrición.
  • La variabilidad y las condiciones extremas del clima: El aumento de la variabilidad y de las condiciones extremas del clima, sumado al cambio climático, afectan negativamente a todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y la nutrición.
  • Debilitamiento y desaceleración de la economía: oscilación de los mercados, guerras comerciales, inestabilidad política o pandemia mundial como la desatada por el COVID-19.
  • Inasequibilidad de las dietas saludables: se asocia a un aumento de la inseguridad alimentaria y de todas las formas de malnutrición, en particular del retraso del crecimiento, la emaciación, el sobrepeso y la obesidad.
  • La pobreza y la inseguridad: las identifica como causas subyacentes y estructurales que amplifican los efectos negativos de los factores mundiales indicados.

Las cifras indican que continúan las desigualdades regionales preocupantes, en lo que respecta a América Latina y el Caribe una de cada cuatro personas padeció hambre en la región.

 Del número total de personas subalimentadas en 2020 (768 millones), el 8% (60 millones) viven en América Latina y el Caribe, en comparación con 2019, en 2020 padecieron hambre 14 millones más en la zona.

Como podemos observar en el reporte, el hambre no se erradicará para 2030 si no se adoptan medidas audaces para acelerar el proceso, en particular para hacer frente a la desigualdad en el acceso a los alimentos. La pandemia del COVID-19 ha agudizado las tendencias desalentadoras que ya se observaba antes de la crisis.

El estado de seguridad alimentaria y nutrición en Guatemala

La crisis sanitaria ha golpeado con fuerza a Centroamérica, pero en especial a Guatemala, donde los resultados presentados revelan que cerca de 8.7 millones de personas se vio afectada por la Inseguridad Alimentaria Moderada y Severa (sobre la base de la escala de experiencia de inseguridad alimentaria o FIES) durante el 2020, lo que representa un 49.7% de su población. En tanto, 3.4 millones sufrieron inseguridad alimentaria severa, lo que representa un total del 19.2%.

Asimismo, el estudio destaca que un total de 2 millones 900 mil guatemaltecos sufren desnutrición, (16.8% de la población) y 12.1 millones de personas tienen algunos o serios problemas para conseguir comida, con 1.2 millones más que en el 2019.

Al respecto, Celeste Molina Directora de la oficina de Rimisp en Centroamérica señala: “es alarmante que Guatemala continúe registrando las cifras de hambre más altas de Centroamérica y de América Latina. El modesto progreso de los últimos años para disminuir la desnutrición y la inseguridad alimentaria, se ha revertido con la llegada de la pandemia. Particularmente preocupante resulta la situación en el área del corredor seco, donde la variabilidad climática ocasiona eventos climáticos extremos -sequías recurrentes combinadas con exceso de lluvias e inundaciones- pone en riesgo la seguridad alimentaria de miles de familias año con año. Estos fenómenos, aunados a los persistentemente altos niveles de pobreza, desigualdad y desnutrición, son el principal factor que provoca la migración forzada. Esto confirma la complejidad de la situación y la necesidad imperante de abordar el problema de manera integral, atacando las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad”, concluyó.

El caso México

 La situación de México no es muy diferente a la de Guatemala, la pandemia ocasionada por COVID-19 ha impactado en la salud y la economía de las familias, con efectos directos en su alimentación. Impactos que se recrudecen por los problemas de desigualdad y pobreza que enfrentan anterior a la pandemia.  Si bien a nivel nacional no se presentó un desabasto de alimentos, si se registró el aumento generalizado en el precio de algunos granos básicos (frijol, arroz) y otros alimentos de consumo familiar. Esta situación, aunada a la crisis económica y desempleo ha provocado que las familias no logren acceder a ciertos alimentos que antes consumían, obligándolos a cambiar su dieta.

Al respecto Yuritzin Flores Puig directora de la oficina de México explica “al inicio de la pandemia, las afectaciones en la cadena de suministros tuvieron un impacto directo en los canales de abastecimiento, a su vez el incremento en los precios de los alimentos de la canasta básica provocó efectos directos en la alimentación de los hogares”. Estos efectos han sido diferenciados con mayores consecuencias en los territorios rurales, ya que previo a la pandemia enfrentaban problemas de desigualdad y pobreza (55% de la población rural se encontraba en situación de pobreza) (Coneval, 2019), situación que significaba un desafío mayor en la producción de alimentos y en su seguridad alimentaria.

El tema alimentario toma relevancia desde múltiples aristas, por un lado, la producción se vio perjudicada debido a las interrupciones en la cadena de suministro y por otro lado los entornos alimentarios se han visto afectados en algunos sectores debido a la pérdida de empleo que ha originado la disminución del poder adquisitivo, limitando la compra de alimentos de buena calidad o en la cantidad necesaria para satisfacer las necesidades individuales y/o familiares

Finalmente, Flores Puig reconoce que “la falta de ingresos para adquirir la canasta básica alimentaria es uno de los principales problemas que enfrentan las familias en México, al mismo tiempo que obliga a un cambio en la dieta de estas dejando de consumir carne, pescado y algunas frutas, concluyó”.

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