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Agroecología y cambio climático en Colombia

02/10/2021

De acuerdo al informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura –  FAO (2018), la variabilidad y los extremos del clima son un factor clave del aumento de la inseguridad alimentaria en el mundo. El cambio climático, ahora exacerbado con la pandemia, afecta negativamente todas las dimensiones de la seguridad alimentaria y la nutrición.

Para el caso de América Latina y el Caribe, en el año 2020, esta región experimentó aumentos significativos en temas de desnutrición, a la vez que se vio afectada por desastres relacionados con el clima, lo cual indica que el hambre es mayor y ha aumentado en países afectados por fenómenos climáticos.

Esta información se puede contrastar con el análisis sobre agroecología y agricultura familiar en Colombia, elaborado por  Rimisp- Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, en el que se identificó que los fenómenos del cambio climático se han convertido en uno de los obstáculos para transitar hacía la agroecología sostenible, es decir que los extremos climáticos o la vulnerabilidad relacionada con el clima,  como los deslizamientos, incendios, inundaciones, sequías, entre otros,  se pueden convertir en amenazas  para la agroecología. “En Colombia, la política del sector agropecuario ha tenido varios enfoques que han contribuido en menor medida a mitigar los efectos climáticos y/o a adaptar los sistemas productivos. No obstante, la agricultura familiar ha sido un esquema importante en el desarrollo rural de Colombia y en la transición hacia sistemas productivos ecológicos y sostenibles que responden a un panorama de condiciones climáticas adversas”, manifestó Lilia Sánchez, investigadora de Rimisp.

El proyecto “Agricultura Familiar, agroecología y transiciones rurales en Colombia”, que se realizó en los departamentos de Boyacá y Quindío (Colombia), permitió identificar las características, los obstáculos, las dinámicas y las estrategias comunes entre los agricultores de estos dos departamentos, que contribuyen a la consolidación de sistemas agroalimentarios más resilientes y sostenibles. “Bajo las motivaciones de alimentación sana, responsabilidad ambiental, identidad cultural y la retribución económica, los pequeños productores y sus asociaciones han promovido sistemas que, en primer lugar, mitigan los efectos negativos de la agricultura sobre el medio ambiente, en segundo lugar, resaltan la cultura y las tradiciones alimentarias, en tercer lugar, hacen uso eficiente de los recursos naturales,  también, mejoran la resiliencia de los ecosistemas y  finalmente están basados en la economía circular y solidaria”, agregó la investigadora.

Este análisis, también establece una hoja de ruta para una transición agroecológica, en la que, como lecciones aprendidas, se resalta la importancia de reconocer y visibilizar los procesos ya adelantados por las organizaciones comunitarias, campesinas, afro, indígenas o agricultores familiares, pues son estos los principales actores y pioneros de los sistemas agrícolas ecológicos y resilientes. Asimismo, se pone sobre la mesa un llamado a implementar los lineamientos de política y los instrumentos pertinentes ya existentes en materia agroecológica y de agricultura familiar. Un aspecto central de este esfuerzo son las prioridades para proteger la naturaleza y gestionar de forma sostenible los sistemas de producción y suministro de alimentos. Estos esfuerzos de sostenibilidad también fortalecerán la resiliencia a las crisis climáticas para garantizar la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, esto quiere decir que cambiar a dietas saludables que incluyan consideraciones de sostenibilidad puede contribuir a reducir los costos de salud y cambio climático para el año 2030 (FAO 2020).

Con este contexto, se hace necesario entonces aumentar la resiliencia climática en los sistemas alimentarios e intervenir las cadenas de suministro para reducir el costo de los alimentos y, de esta manera, proporcionar dietas saludables y asequibles. Además, se requiere la formulación de políticas integrales, las cuales permitan la transformación de los sistemas alimentarios para el beneficio de las comunidades. Este tema es importante, no solo porque los sistemas alimentarios se ven afectados por los eventos climáticos, sino también porque los propios sistemas alimentarios tienen un impacto en el estado del medio ambiente y son un motor del cambio climático, es decir, las formas en las que se producen alimentos y se utilizan los recursos naturales pueden ayudar a lograr un futuro positivo para el clima en el que las personas y la naturaleza puedan coexistir.

Aunque la transición hacia la agroecología es un proceso que requiere de cooperación entre múltiples actores y sectores, la FAO menciona algunos de los elementos claves de la agroecología, algunos de estos tienen que ver con: la diversificación de especies y recursos, la creación conjunta e intercambio de conocimientos, la resiliencia de los ecosistemas y las personas, y la preservación de la cultura y tradiciones alimentarias”, puntualizó Lilia Sánchez.

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